Las empresas y el riesgo de desastres, iniciativas desde la sociedad civil – Lic. Marcelo Rozas Garay

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La metodología que emplea la CEPAL para medir el impacto económico que produce un desastre considera como “pérdidas” a los bienes y servicios que se dejan de producir o de prestar, las que se generan hasta la fase reconstrucción. Esta metodología, evalúa también y por separado, el daño y los costos adicionales que rodean a todo evento adverso.

 

En el informe realizado por CEPAL en 2017 en Argentina, luego de las inundaciones en la Cuenca del Plata, se evaluaron las pérdidas de 7 de las 12 provincias afectadas, totalizando un valor de pesos 49.655.608.312 (no incluyo el daño y el costo adicional), estimándose que las pérdidas del sector privado, frente al sector público, representaban más del 90% de las pérdidas totales.

 

EL COVID – 19, considerado un desastre en los términos que plantea la ley 27.287 y que nos llevará tiempo evaluar, sigue ocasionando pérdidas con perjuicios para trabajadores, empleadores y la economía del país. Todos sabemos que no estábamos preparados y gran parte de la sociedad sigue dependiendo y esperando aún y exclusivamente una respuesta del y desde el estado. Esto debe hacernos reflexionar si es esa la actitud que debemos observar como sociedad hacia el futuro.

 

Según el informe ”Pérdidas económicas, pobreza y desastres 1998-2017”, de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), los países afectados informaron pérdidas directas de 2,9 billones de dólares, donde  los fenómenos meteorológicos representan el 77% del total de las pérdidas económicas, y remarca que hubo un «aumento espectacular» del 151%”, comparado con las pérdidas registradas en el período similar anterior entre 1978-1997.

 

Otro informe, el de Evaluación Global del Riesgo de Desastres – GAR – de UNDRR (2019), estima que el costo por pérdidas asociadas a los desastres hacia 2050 será mayor, lo cual representa una señal de alerta al sector empresarial para que desarrollen inversiones sensibles al riesgo de desastres, que garanticen la continuidad de los negocios y sus operaciones.

 

Está claro que las empresas y sus cadenas logísticas globales o nacionales están expuestas y son vulnerables a eventos adversos; como también que el impacto negativo recae y afecta a sus proveedores y consumidores. Por eso, es bueno recordar, como sostienen muchos expertos que “El riesgo de desastres no se detiene en la puerta de la empresa” o, mejor dicho, es problema de todos.

 

En Argentina, estamos acostumbrados a asumir que el delegar acciones en el estado es dar solución a todos los problemas. El estado debe crear el ámbito, las reglas y supervisar las acciones. No asumirlas en toda su dimensión. No intento ser novedoso, sino reflexionar sobre lo obvio y preguntarnos hasta cuando seremos espectadores de lujo desde la sociedad civil de un estado que no funciona como tal, al que caracterizamos como elefantiásico y al que en muchas ocasiones le demandamos acciones o iniciativas que deberían surgir desde la sociedad civil organizada.

 

La reunión AEA/ CGT del 21 julio, es un paso positivo desde la sociedad civil, que reacciona y busca dialogo y consenso, frente a un estado semi paralizado que demuestra ineficiencia para resolver problemas. Ambos, coincidieron en avanzar en “un mayor despliegue de la actividad privada”.

 

En este camino y como un modelo, el programa ARISE es un esquema de Alianza de la UNDRR y el Sector Privado para Inversiones Sensibles al Riesgo (ARISE), que tiene por objeto crear sociedades resilientes al riesgo empoderando al sector privado y en colaboración con el sector público. Busca incrementar la participación organizada del sector privado a través proyectos e iniciativas concretas.

Martha Herrera, presidenta de ARISE en México y directora global de Negocio Responsable de CEMEX, sostenía hace unos meses que América Latina es una de las regiones más vulnerables a los efectos del cambio climático y a los desastres provocados por éste, con afecciones estimadas en los US$ 100 mil millones anuales para 2050, según informe del BID.

 

Argentina, a partir de la ley 27.287 creó el ámbito para avanzar en las alianzas del sector público y sector privado en materia de reducción del riesgo de desastres, pero estas iniciativas no han tenido la continuidad ni la voluntad política que requiere su implementación eficaz.

Creemos que es tiempo de dar el paso adelante desde la sociedad civil. Una comunidad resiliente no solo se construye desde el estado. Así como entendemos que el sector privado es el motor de la economía, también debemos asumir que podemos construir ciudadanía y futuro.

Frente al riesgo de desastres, el sector privado empresarial puede ser inicialmente identificado en alguna de estas situaciones o actitudes, variando y dependiendo de la naturaleza del desastre.

  • Empresas perjudicadas por el desastre, con parálisis parcial o total de su operatoria.
  • Empresas que por la naturaleza de su actividad pueden originar una emergencia o incrementar los efectos de un desastre, ocasionando perjuicios a terceros y al ecosistema.
  • Empresas cuya actividad aporta bienes y servicios que contribuyen a disminuir los impactos de una emergencia o contribuir con aquellos que intervienen para solucionarla.
  • Empresas que actúan con responsabilidad social y buenas prácticas frente a la emergencia y al ecosistema.

El Marco de Sendai, para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, aprobado en resolución de la ONU en 2015, en sus metas, llama a) Reducir las pérdidas económicas causadas directamente por los desastres en relación con el PIB mundial para 2030; b) Reducir considerablemente los daños causados por los desastres en las infraestructuras vitales y la interrupción de los servicios básicos, como las instalaciones de salud y educativas, incluso desarrollando su resiliencia para 2030;

Entre las 4 prioridades que establece Sendai, en una de ellas, llama a “Invertir en la reducción del riesgo de desastres para la resiliencia”, refiriéndose a las inversiones públicas y privadas.

 

Es entonces que debemos plantearnos como avanzar en planes empresariales en gestión del riesgo de desastres; planes que garanticen la continuidad del negocio y la actividad empresarial en un sentido más amplio y sin mirar al costado o al estado. Creemos posible trabajar sobre estos ejes:

  • Generar conciencia, conocimiento de potenciales riesgos y mecanismos de trabajo integrado.
  • Reducir tiempos de inactividad y cadenas logísticas complementarias.
  • Aportar recomendaciones que permitan la formulación de políticas públicas.
  • Desarrollar planes como base de la inversión.

Marcelo Rozas Garay

Ex Subsecretario de Reducción del Riesgo de Desastre (Min Seg 2016/19).

Consultor en equipo de Gestión Global del Riesgo en ILAPyC – mrozasgaray.grg@ilapyc.org

Coronel (Ret) y Licenciado en Estrategia y Organización

Julio 2.020