La OMC ayuda a los países en desarrollo a adaptarse a los grandes cambios del entorno comercial

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La OMC ha contribuido de forma fundamental a que los países puedan adaptarse a las cuatro recientes tendencias que han cambiado considerablemente la relación entre el comercio y el desarrollo, según se expone en la última edición de la publicación emblemática de la OMC, que se dio a conocer el 20 de octubre de 2014 en Ginebra. Con ocasión de la presentación del informe, el Director General Roberto Azevêdo dijo: “Las nuevas tendencias que se destacan en el informe indican que el comercio será un factor de gran importancia para el desarrollo en el siglo XXI”.

 

Observaciones introductorias del Director General de la OMC Roberto Azevêdo

En el Informe sobre el Comercio Mundial 2014 se afirma que la OMC ha permitido a los países en desarrollo aprovechar esas cuatro tendencias, adaptarse a ellas y mitigar los riesgos que entrañan. Ese resultado se ha logrado garantizando que los países contrajeran compromisos vinculantes que aumentan la certidumbre sobre sus políticas comerciales, ofreciendo flexibilidades que permiten que los países en desarrollo contraigan más fácilmente esos compromisos, y facilitando asistencia técnica para crear capacidad comercial en esas economías.

Además, se constató que los países que llevaron a cabo reformas sustanciales en el marco de la adhesión a la OMC aumentaron su ritmo de crecimiento en el 2,5% aproximadamente, durante los años subsiguientes, según indica el informe.

En el Informe sobre el Comercio Mundial 2014 se identifican estas cuatro tendencias:

    — el auge del mundo en desarrollo;

    — la expansión de las cadenas de valor mundiales;

    — el aumento de los precios de los productos básicos; y

    — el alcance cada vez más global de las crisis macroeconómicas.

“Hemos entrado en una nueva era de la relación entre el comercio y el desarrollo”, dijo el Director General Roberto Azevêdo en la presentación del informe. “Impulsadas en gran medida por el comercio, algunas economías en desarrollo han realizado avances significativos en los últimos años, pero queda aún mucho por hacer para acortar distancias en el caso de numerosas economías pobres.”

“El potencial del comercio para apoyar el desarrollo aún no se ha hecho realidad totalmente,” continuó. “Sin embargo, las nuevas tendencias que se destacan en el informe indican que el comercio será un factor de gran importancia para el desarrollo en el siglo XXI. Por ello, la labor de la OMC es hoy más importante que nunca. Debemos seguir profundizando nuestra comprensión de estas cuestiones para asegurarnos de que los países en desarrollo puedan cosechar los beneficios del comercio más plenamente en los próximos años.”

El informe muestra de qué forma el comercio ha contribuido significativamente al desarrollo económico sin precedentes que se ha producido desde 2000. El comercio ha permitido a muchos países en desarrollo aprovechar las oportunidades creadas por los nuevos mercados emergentes, integrarse en el mercado mundial a través de las cadenas de valor mundiales con menos costos, y recoger los beneficios del aumento de los precios mundiales de los productos básicos.

La OMC ha sustentado estos progresos proporcionando seguridad y, de ese modo, creando un entorno previsible que ha hecho posible la expansión de la actividad económica. Además, ha ayudado a frenar el proteccionismo como respuesta a la mayor crisis económica de los 70 últimos años, contribuyendo así a preservar las mejoras económicas logradas por los países en desarrollo en el pasado reciente.

En el prefacio del informe, el Director General Roberto Azevêdo dice lo siguiente:

“En diciembre de 2013, los Miembros de la OMC tomaron en Bali una serie de decisiones que, cuando se apliquen, ayudarán a los países pobres a poner en práctica su potencial exportador y mantener el impulso de desarrollo creado en el pasado decenio. Además, los ministros de comercio encargaron a los Miembros de la OMC la elaboración de un programa de trabajo posterior a Bali sobre las cuestiones restantes del Programa de Doha para el Desarrollo para finales de 2014. Al tiempo que se muestra cómo ha cambiado la relación entre comercio y desarrollo desde el comienzo del milenio, en el presente informe se ofrece materia de reflexión para los Miembros de la OMC. En sus páginas se insiste en la importancia de nuestra labor de actualización de las normas, disciplinas y flexibilidades de la OMC y se describen algunos de los problemas que hemos de resolver para lograr que todos los países participen plenamente en la economía mundial en los próximos años y que las personas de todo el mundo puedan sentir los beneficios del comercio en la mejora de sus vidas y en las perspectivas de sus familias y comunidades.”

 

Aspectos destacados del informe
Auge del mundo en desarrollo

El nivel de ingresos de los países en desarrollo ha registrado un movimiento de convergencia con el de los países ricos. Desde 2000, el PIB per cápita ha aumentado en el 4,7% en los países en desarrollo, con resultados especialmente notables en el caso de los países en desarrollo miembros del G-20. Por su parte, los países desarrollados sólo crecieron un 0,9%. En consecuencia, los países en desarrollo representan ahora más de la mitad de la producción mundial (en términos de paridad del poder adquisitivo).

El aumento del PIB per cápita ayuda a alcanzar otros objetivos sociales, como la reducción de la pobreza y la protección del medio ambiente. Dado que existe una vinculación entre la expansión del comercio y la aceleración del crecimiento, el comercio puede facilitar el logro de esos objetivos.

El aumento del comercio ha sustentado estas ganancias de ingresos. La participación de los países en desarrollo en el comercio mundial ha aumentado del 33 al 48% desde 2000.

A lo largo de los dos últimos decenios, los países en desarrollo en su conjunto han reducido los aranceles NMF, lo que ha permitido esa expansión del comercio. En promedio, las reducciones de los aranceles NMF han sido mayores en los países en desarrollo del G-20.

 

Mayor participación de los países en desarrollo en las cadenas de valor mundiales

Los países en desarrollo participan cada vez más en las redes internacionales de producción, en particular a través de las exportaciones de servicios. Más de la mitad de sus exportaciones totales, en términos de valor añadido, guardan ahora relación con las cadenas de valor mundiales. Las vinculaciones sur-sur de las cadenas de valor mundiales son cada vez más importantes, y la porción del comercio entre países en desarrollo basado en esas cadenas se ha cuadruplicado en los 25 últimos años.

Las cadenas de valor mundiales constituyen una oportunidad para integrarse en la economía mundial con un costo menor. La participación en las cadenas de valor mundiales puede propiciar el aumento de la productividad mediante transferencias de tecnología y conocimientos. Los países con mayor participación en esas cadenas han logrado tasas de crecimiento más elevadas.

Sin embargo, los beneficios de la participación en las cadenas de valor mundiales no son automáticos. Muchos países en desarrollo se incorporan a esas cadenas llevando a cabo tareas poco especializadas en que el valor añadido es escaso, y lograr el paso a tareas de mayor valor puede ser difícil.

Los países con un entorno empresarial favorable y aranceles bajos participan en mayor medida en las cadenas de valor mundiales. Además, las cadenas de valor mundiales favorecen la concertación de acuerdos de “integración profunda”: más del 40% de los acuerdos de libre comercio actualmente en vigor contienen disposiciones sobre política de competencia, inversiones, normas y derechos de propiedad intelectual.

Entre los obstáculos a los que se enfrentan los países en desarrollo que tratan de participar en las cadenas de valor mundiales figuran las barreras infraestructurales y aduaneras. Por ello, debe seguir siendo prioritario orientar los recursos de la Ayuda para el Comercio al logro de estos objetivos.

 

Aumento de los precios de los productos básicos

Los precios de los alimentos, de la energía, de los metales y de los minerales se han duplicado aproximadamente desde 2000. Aunque los precios han vuelto a bajar de estos máximos históricos, la fuerte demanda de los grandes países en desarrollo es una razón sólida para creer que es probable que los precios se mantengan altos.

Los desafíos y las oportunidades derivados de los precios altos varían de forma significativa entre los distintos países. En numerosos países en desarrollo, el sector agrícola es importante para el empleo, la producción y el consumo. Esto sugiere que la agricultura desempeña un papel importante en las estrategias de desarrollo del mundo en desarrollo. Sin embargo, los precios altos plantean desafíos para los importadores netos de esos productos.

Desde 2000, los países en desarrollo han aumentado su participación en las exportaciones agrícolas mundiales del 27% al 36%, pero sus exportaciones siguen tropezando con los obstáculos tradicionales al acceso a los mercados, tales como aranceles y subvenciones, y las medidas no arancelarias cobran cada vez más importancia.

El comercio de recursos naturales ha crecido también vigorosamente, no sólo en valor sino también en cantidad. Varios países ricos en recursos han logrado altas tasas de crecimiento como consecuencia de ello, pero las repercusiones sociales y ambientales de la extracción de recursos naturales, así como la diversificación económica, siguen siendo problemáticas.

 

Mayor sincronización y globalización de las crisis macroeconómicas

El valor del comercio mundial disminuyó en más de un 30% en sólo unos pocos meses, como consecuencia de la crisis económica mundial. El hundimiento del comercio en 2008-2009 y su rápida recuperación posterior revelaron la dependencia de las economías en desarrollo de los procesos cíclicos originados en las grandes economías desarrolladas. La sincronización de fases descendentes y ascendentes en todo el mundo puso de manifiesto la fuerte interconexión de las economías a través de los vínculos comerciales y financieros, y en particular la importancia de las cadenas de suministro en la propagación de las crisis y la importancia de la financiación del comercio, que se había agotado.

A pesar de haber sufrido la mayor recesión económica desde el decenio de 1930, el mundo no ha presenciado una repetición del proteccionismo a gran escala que caracterizó a aquella época. Entre otras explicaciones figuran la existencia de un conjunto de normas comerciales multilaterales, la eficacia de las medidas de vigilancia de la OMC, la previsión por los países de los efectos contraproducentes del proteccionismo en el marco de su participación en las cadenas de valor mundiales, y la respuesta macroeconómica a la crisis, coordinada a nivel internacional.

 

La OMC y el desarrollo

La OMC ha favorecido los progresos realizados por numerosos países en desarrollo al permitirles sacar provecho de las cuatro tendencias descritas en el informe, adaptarse a ellas y mitigar los riesgos que conllevan. Ese resultado se ha logrado a través de los compromisos vinculantes, las flexibilidades, la asistencia técnica y la infraestructura institucional de la OMC.

Los compromisos asumidos en el marco de la OMC son importantes para que los países en desarrollo promuevan su comercio y desarrollo. Se ha constatado que los países que han emprendido reformas sustanciales en el contexto de la adhesión a la OMC han aumentado su ritmo de crecimiento en el 2,5%, aproximadamente, durante los años subsiguientes. Al mismo tiempo, los países en desarrollo necesitan flexibilidades, ya que sus circunstancias económicas pueden disminuir su capacidad para cumplir las obligaciones adquiridas.

El desarrollo es un objetivo fundamental de la OMC. El acuerdo alcanzado en la Conferencia Ministerial de Bali en diciembre de 2013 es un avance positivo en el logro de ese objetivo, y ofrece muchas oportunidades a los países en desarrollo. Será importante seguir avanzando en el programa posterior a Bali para lograr que el comercio sea un instrumento más eficaz de desarrollo.

Las cuatro tendencias muestran que el comercio es uno de los factores esenciales que hacen posible el desarrollo. El comercio ha desempeñado una función esencial para sacar a millones de personas de la pobreza en los últimos años, y ha contribuido al logro de muchos de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) de las Naciones Unidas. La OMC y sus normas deben considerarse parte integrante del entorno necesario para llevar a cabo el programa de desarrollo posterior a 2015.

 

Observaciones introductorias del Director General de la OMC Roberto Azevêdo

Good morning everybody. Welcome to the WTO. Thank you for being here this morning.

I am delighted to officially launch the 2014 World Trade Report.

I’d like to start by thanking Robert Teh and his team for their hard work. I followed the process closely and saw the degree of effort and commitment that they put into it. So thank you, and congratulations on this excellent report.

I think this is a very important document.

It contributes significant further evidence of the essential role that trade plays in supporting economic growth and development.

Indeed, I think we have entered a new era in the link between trade and development.

There is a much greater appreciation today of just how important trade can be in economic strategic planning.

We see it here in Geneva, as developing countries are now among the biggest advocates for this organization.

And I see it when I visit those countries and see the work that is being done in so many places to integrate further into the global trading system.

I think it was very telling that a recent study of public opinion found that, across the globe, it is the African people who have the most positive view of trade today.

So with this report, we have gone beyond simply making the argument that trade supports development.

We have taken the opportunity to delve a little deeper and look at how the relationship between trade and development is evolving over time.  More than that, we look into how we trade today.

The report identifies four major trends since the turn of the millennium which we think have considerably altered the relationship between trade and development, and the way we do business across borders.

First, is the rise of the developing world in the global economy.

Deeper integration of many developing countries into the global trading system has gone hand in hand with rapid economic growth. This has allowed them to reduce levels of absolute poverty for millions of their citizens and improve the quality of so many peoples’ lives.

The second trend that we looked into is the growing role of developing countries in global value chains, providing them with easier entry to international trade flows and at much lower cost.

Developing countries now account for half of intermediate goods trade — which is a standard measure of global value chains. And south-south trade accounts for a quarter.

The evidence shows that participation in GVCs is associated with higher levels of productivity and income.

But of course access to GVCs is not automatic.

Unlocking their development potential can pose a series of challenges for many countries — and I will come back to this in a few moments.

The third trend is the higher prices of agricultural and natural resources.

This has bestowed significant benefits on commodity exporting developing countries.

Higher prices for agricultural goods bring broad-based development benefits because the sector employs more than half of the labour force in developing countries.

The final trend that the report discusses is the increasingly global nature of macroeconomic shocks as a result of this greater interconnectedness.

Trade can be a transmitter of shocks, but it is also a source of diversification. And the existence of multilateral trade rules provides an important safeguard.

In 2008, despite suffering the greatest economic downturn since the 1930s, the world did not see a repeat of the wholesale protectionism which was experienced during the Great Depression.

Such a response could have wiped out much of the economic gains achieved by developing countries since the beginning of the millennium.

But, of course, this did not occur. Disaster was averted.

The WTO’s rules-based system and its monitoring of members’ trade policies acted as a bulwark against an outbreak of protectionism.

Indeed, the existence of the WTO has allowed developing countries to take advantage of, adapt to, and mitigate risks arising from each of these four major trends.

It has done so by:

  • enabling countries to take binding commitments which increase certainty over their trade policies,
  • applying rules which offer a more equitable playing field (although improvements can still be made) and also a predictable global trade environment,
  • providing flexibilities that better allow developing countries to undertake such commitments,
  • facilitating technical assistance to build trading capacity within those economies,
  • providing a way to settle disputes in a fair, open manner, and
  • providing a forum to negotiate further commitments and updated rules.

One very important finding is that countries undertaking substantial reforms related to WTO accession were found to grow around 2.5 per cent faster for several years afterwards.

So the economic changes we have seen since the late 1990s underline the fact that an open, non-discriminatory, rules-based multilateral trading system is a necessary tool to make trade work more effectively for development.

However, the story of development is a never-ending one and significant challenges remain.

Average per capita income in LDCs is 4% — just 4% — of that in developed countries.

So while many poor economies have made significant progress during the period surveyed by the Report, much still needs to be done to close the development gap. The gains from trade and from the trends I have outlined cannot be taken for granted.

For example, while global value chains have a largely positive effect, they also present real challenges for developing countries. Moving up the chain is difficult even for middle income countries — giving rise to the idea of what some call the “middle income trap”.  Even more fundamentally, a large number of LDCs still have a very long way to go before they can meaningfully participate in these value chains.

Turning to high commodity prices, while they are a boon to exporters, they pose a real challenge for net food importers, many of which are LDCs.

Much more remains to be done, especially in the poorest countries, to leverage their agricultural potential.

The state of global demand — bolstered by strong demand from emerging economies — suggests that prices of agricultural goods and natural resources will remain strong in the foreseeable future. But there are always risks of a reversal — and we are seeing some of that already in the energy sector.

One way the agriculture and commodity exporting countries in the developing world could continue to make progress would be if levels of agricultural protection and subsidies were reduced.

Over the past two decades a lot of the energy on trade negotiations has been focused on bilateral and regional trade initiatives.

But — though they are welcome — these initiatives cannot meaningfully address the problem of agricultural subsidies, not to mention numerous other horizontal issues.

In our view, the multilateral approach is the preferred approach. It is the best approach we have.

And this is why our breakthrough in Bali last December was so important.

Ministers from every WTO member finally took a major step in updating multilateral rules by unanimously agreeing to the so-called Bali Package.

The 10 decisions which make up the package have economic significance by themselves — particularly for developing countries — but together they also opened a new chapter for multilateral trade negotiations.

In this way the success of Bali created new momentum for further negotiations. It has the potential, still, to change the game.

However, WTO Members are now facing a considerable challenge in implementing what they agreed.

At present we don’t have a solution to the current impasse in our negotiations. We are working hard to find one.

But, as I told all WTO members last week, we have a responsibility to those who sent us here to Geneva to find ways to continue our work and to keep moving forward, while still looking for a way out of the impasse.

And this Report shows that, if cannot make progress, the biggest losers will be the people in the developing world.

They stand to lose the most in terms of forgone opportunities.

Trade has made a huge difference in the lives of countless people in developing countries in recent years and it has the capacity to deliver more developmental benefits in the future.

The international community understands the need for a continued and unrelenting focus on development. That’s why they are mobilizing their efforts and resources behind the UN’s post-2015 development agenda.

And I think the World Trade Report underlines that trade should be a central part of this agenda — and that it should feature in the sustainable development goals which are currently being discussed in New York.

So trade and the trading system have a great deal to offer.

Of course trade growth has been slow in recent years — due largely to the sluggish and uneven pace of macroeconomic recovery.

On current forecasts, 2014 will be the third straight year of below-average trade growth. And we don’t expect this story to change in 2015.

But this isn’t a situation that we have simply to accept. We can do something about it.

This slowdown could be partly remedied if we agreed on and implemented new agreements to underpin trade integration.

As this report shows, the reforms to international trade rules which were agreed 20 years ago have played a major role in the broad economic expansion that we have seen since then.

But over time the productivity gains from those reforms are gradually disappearing.

We are living off the liberalization and reforms of the past.

We need to update the rules and implement a new generation of trade reforms which would be so essential for development.

Although this report shows the contribution that trade has made to development, it also shows that the potential of trade in supporting development has not yet been fully realized.

The emerging trends we are seeing — and which you will see in the report — suggest that trade will be a major force for development in the 21st century.

So let’s do everything we can to make sure that is the case.

Thank you for listening.