LA SEGURIDAD EN EL COMERCIO EXTERIOR. LA NECESARIA APLICACIÓN DE LAS NUEVAS NORMAS MUNDIALES Y NACIONALES SIN QUE CONSTITUYAN TRABAS PARA EL COMERCIO LEGAL

0
60

LA SEGURIDAD EN EL COMERCIO EXTERIOR. LA NECESARIA APLICACIÓN DE LAS NUEVAS NORMAS MUNDIALES Y NACIONALES SIN QUE CONSTITUYAN TRABAS PARA EL COMERCIO LEGAL


 

Ing. Diego Pérez Santisteban


La preocupación por las normas de seguridad se incrementó ampliamente a partir de los atentados terroristas del 11-S. Estados Unidos fue el primer país que comenzó a imponer normas de ingreso a una cantidad de productos por razones de seguridad, que obligan a los que le exportan a ese país a asegurar la trazabilidad de la mercadería desde su origen y generar avisos previos a la llegada de mercadería a los Estados Unidos.

 

La preocupación por las normas de seguridad se incrementó ampliamente a partir de los atentados terroristas del 11-S. Estados Unidos fue el primer país que comenzó a imponer normas de ingreso a una cantidad de productos por razones de seguridad, que obligan a los que le exportan a ese país a asegurar la trazabilidad de la mercadería desde su origen y generar avisos previos a la llegada de mercadería a los Estados Unidos.

 

Otro problema que reapareció fue el crecimiento de la piratería en los mares de distintas partes del mundo, que impulsó a las mismas líneas marítimas a mejorar sus sistemas de prevención y seguridad para protegerse de ese flagelo.

 

En Argentina se prestó atención a las medidas tomadas por los Estados Unidos, ante todo para que no se vieran afectadas las exportaciones a ese país. Y luego se han comenzado a intensificar los controles de seguridad de los productos que se importan al país. Pero todavía no se ha estructurado un desarrollo tan importante en ese aspecto, creo que hay mucho por hacer.

 

En la actualidad una gran cantidad de productos importados están sujetos a licencias no automáticas, valores criterio o acuerdos de suministro con cupos. Se ha ido generando así un esquema de comercio administrado, que hace que el nuevo operador que entra en el mercado encuentra dificultades porque no tiene antecedentes, y el habitual que trae productos que el gobierno argentino considera sensibles, principalmente de países como China, Brasil u otros orígenes, tiene poco menos que sacar una patente de honesto. Así, el eje de control se ha desplazado fundamentalmente a lo comercial.

 

 

Nos parece entonces que en la medida que esos sistemas de seguridad vayan permitiendo generar redes de información más amplias, que brinden trazabilidad a los productos que se importan, países como Argentina van a poder conocer con anticipación a su llegada qué productos están viniendo, quiénes son los proveedores, qué antecedentes existen en materia de volúmenes y precios, y también quienes son sus importadores. O sea, incorporar sistemas de seguridad que no impliquen nuevos obstáculos a las importaciones sin contrapartida de beneficios para quienes operen dentro de las normas internacionales, sino sistemas que establezcan además mejoras operativas claras a quienes cumplan sus requisitos.

 

De esa forma, más allá de la importancia que asignamos a los aspectos de seguridad que se persiguen, y que constituyen el motivo central del Congreso de ALACAT, a nosotros nos interesa que las mejoras que se logren en ese aspecto crucial nos permitan además transparentar y otorgar una mayor fluidez de comercio para los importadores habituales que actúan en el marco del comercio leal, implementando las normas para controlar más a los que hacen las cosas mal, con una labor de inteligencia dirigida a los espacios reales de riesgo, en lugar de aplicarlas sobre quienes ya están dentro de las normas.

 

Argentina es un país complejo en materia de seguridad fronteriza. Tenemos nueve mil kilómetros de fronteras, y sólo 55 aduanas. Alrededor de 6000 kilómetros de frontera terrestre y 3000 kilómetros de frontera marítima, lo que genera severas dificultades de control. Nos parece entonces que cualquier sistema de seguridad de cargas que pudiera implementarse, en territorios como el nuestro requiere un aditamento fundamental: no solamente se debe controlar en las fronteras, el control debe continuar una vez que los productos están dentro de las fronteras. En general se le imponen a la Aduana demasiadas responsabilidades de control, cuando hay muchos casos que la Aduana no puede resolver. Los importadores creemos que el control debe hacerse sobre todo en el mercado interno, en los lugares donde los productos se venden a sus consumidores. La Aduana debe por supuesto controlar, pero tampoco debemos quedarnos tranquilos asignándole toda la responsabilidad del control únicamente a la Aduana, porque en un país de las características geográficas del nuestro difícilmente podrá llegar a cumplirlo acabadamente en soledad. Comprobamos a diario los casos de muchos productos que se venden en muchos lugares donde no está claro cuál es su origen, si es un producto eléctrico no se sabe si tiene la seguridad eléctrica debida, si es un producto textil uno no sabe con qué tipo de tela o fibras está confeccionado, si es un producto alimenticio no se conocen sus condiciones sanitarias, y así en muchos otros casos.

 

La problemática del control es así un tema integral, por lo que me parece importante que el Congreso avance más allá de la seguridad y trate sobre eso, sobre todo asistiendo delegados extranjeros de países donde este tipo de cosas ya se estén aplicando, lo que nos va a permitir adquirir toda la experiencia necesaria para replicarlo aquí. Los países necesitan sistemas cada vez más sofisticados para cuidarse, pero que a la vez no impliquen trabas para el comercio.

 

En nuestro país, también se debería actualizar y mejorar el sistema informático aduanero. Nuestro Sistema María ha cumplido un ciclo exitoso por cerca de quince años, época en la que recién comenzaba Internet y trabajábamos con computadoras muy distintas a las de hoy. Los sistemas informáticos han evolucionado muchísimo, por lo que sería el momento de incorporar sistemas más modernos en las Aduanas, que les permitan operar de una manera más ágil, con mayor participación de los operadores. Había al respecto una licitación programada teóricamente para este año, a fin de incorporar ese nuevo sistema, esperamos que se concrete. Además, se deberá analizar cómo establecer una interfase de control entre la Aduana y las reparticiones encargadas de vigilar el mercado interno, para que la trazabilidad del control llegue hasta el punto de venta, que es hasta donde creemos que el control debe llegar.

 

El objetivo final de todos estos avances debería ser lograr la implementación de un sistema de scoring de operadores, que en nuestro caso califique a los importadores de acuerdo a sus antecedentes, su trayectoria, su perfil operativo-comercial, y que le permita a la Aduana utilizar más adecuadamente los recursos de control con los que cuenta, que siempre van a ser escasos para un control del 100% (ninguna aduana del mundo controla el 100%). Si se complementan los esquemas de control con un sistema de scoring, se podrá optimizar el efecto final de amplio control que se busca, de manera inteligente y concentrando los esfuerzos en los sectores que presenten mayor riesgo.

 

El Congreso de ALACAT brinda una excelente oportunidad para analizar experiencias y consensuar modos de acción efectivos hacia el futuro.

 

Diego Pérez Santisteban

Junio 2010

(*) Presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina